. En Filadelfia, donde
trabajaba Santiago, Jesús enseñó a los discípulos sobre la naturaleza positiva
del evangelio del reino. Cuando, en el curso de sus palabras, sugirió que
algunas partes de las Escrituras contenían más verdades que otras y advirtió a
sus oyentes que alimentaran su alma con el mejor alimento espiritual, Santiago
interrumpió al Maestro, preguntando: «¿Quieres, Maestro, tener la bondad de
sugerirnos cómo podremos elegir los mejores pasajes de las Escrituras para
nuestra edificación personal?» Jesús replicó: «Sí, Santiago, cuando leáis las
Escrituras, buscad aquellas enseñanzas eternamente verdaderas y divinamente
hermosas, como:
«El Señor es mi pastor; nada
me faltará.
«Ama a tu prójimo como a ti
mismo.
5 «Porque yo, el Señor tu Dios,
te tomaré de la mano derecha, y te dice: No temas; yo te ayudo.
«Ni tampoco se adiestrarán
más las naciones para la guerra».
Jesús puso un espíritu de acción positiva en
las doctrinas pasivas de la religión judía. En lugar de la obediencia negativa
a los requisitos ceremoniales, Jesús impuso una actuación positiva en pos de lo
que su nueva religión exigía de los que la aceptaban. La religión de Jesús
consistió no solamente en creer, sino en verdaderamente hacer, esas cosas que
el evangelio requería. No enseñó que la esencia de su religión consistía en el
servicio social, sino más bien, que el servicio social era uno de los efectos
seguros de la posesión del espíritu de la verdadera religión.
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