jueves, 27 de septiembre de 2018

La Naturaleza positiva de la religión de Jesus.


. En Filadelfia, donde trabajaba Santiago, Jesús enseñó a los discípulos sobre la naturaleza positiva del evangelio del reino. Cuando, en el curso de sus palabras, sugirió que algunas partes de las Escrituras contenían más verdades que otras y advirtió a sus oyentes que alimentaran su alma con el mejor alimento espiritual, Santiago interrumpió al Maestro, preguntando: «¿Quieres, Maestro, tener la bondad de sugerirnos cómo podremos elegir los mejores pasajes de las Escrituras para nuestra edificación personal?» Jesús replicó: «Sí, Santiago, cuando leáis las Escrituras, buscad aquellas enseñanzas eternamente verdaderas y divinamente hermosas, como:
  «Crea en mi, Oh Señor, un corazón limpio.
 «El Señor es mi pastor; nada me faltará.
 «Ama a tu prójimo como a ti mismo.
5 «Porque yo, el Señor tu Dios, te tomaré de la mano derecha, y te dice: No temas; yo te ayudo.
 «Ni tampoco se adiestrarán más las naciones para la guerra».
  Esto ilustra la forma en que Jesús, día tras día, se apropiaba de lo mejor de las Escrituras hebreas para instruir a sus seguidores y para incluirlas en las enseñanzas del nuevo evangelio del reino. Otras religiones habían sugerido la idea de la cercanía de Dios al hombre, pero Jesús convirtió el amparo de Dios al hombre como la solicitud del padre amante por el bienestar de sus hijos dependientes, haciendo de esta enseñanza el cimiento de su religión. Así pues la doctrina de la paternidad de Dios convirtió en obligatoria la práctica de la hermandad de los hombres. La adoración de Dios y el servicio del hombre se tornaron la suma y sustancia de su religión. Jesús tomó lo mejor de la religión judía y lo tradujo en un valioso conjunto de nuevas enseñanzas del evangelio del reino.
Jesús puso un espíritu de acción positiva en las doctrinas pasivas de la religión judía. En lugar de la obediencia negativa a los requisitos ceremoniales, Jesús impuso una actuación positiva en pos de lo que su nueva religión exigía de los que la aceptaban. La religión de Jesús consistió no solamente en creer, sino en verdaderamente hacer, esas cosas que el evangelio requería. No enseñó que la esencia de su religión consistía en el servicio social, sino más bien, que el servicio social era uno de los efectos seguros de la posesión del espíritu de la verdadera religión.

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