El hombre primitivo vivió
una vida de esclavitud supersticiosa al terror religioso. Los hombres modernos
civilizados temen caer bajo el dominio de poderosas convicciones religiosas.El
hombre pensante siempre temió caer cautivo de una religión.Cuando una religión
poderosa y emocionante amenaza dominarlo, invariablemente trata de
racionalizar, tradicionalizar e institucionalizar a dicha religión, con la
esperanza de llegar a controlarla. Por medio de este procedimiento, aun una
religión revelada se vuelve hecha y dominada por el hombre. Los hombres y mujeres
modernos e inteligentes evaden la religión de Jesús, porque temen lo que les
hará a ellos —y con ellos.
Todos estos temores son bien fundados.
La religión de Jesús en efecto domina y transforma a sus creyentes, exigiendo que los hombres dediquen la vida a buscar el conocimiento de la voluntad del Padre en el cielo y que las energías del vivir se consagren al servicio altruista de la hermandad del hombre.Los hombres y mujeres egoístas francamente no quieren pagar este precio, ni siquiera para conseguir el tesoro espiritual más grande que se haya ofrecido jamás al hombre mortal.
Sólo cuando el hombre se haya desilusionado suficientemente de las congojas y desencantos que acompañan a la búsqueda necia y engañosa del egoísmo, y haya posteriormente descubierto la esterilidad de la religión formalizada, estará dispuesto a volverse de todo corazón hacia el evangelio del reino, la religión de Jesús el Nazareno.
La religión de Jesús en efecto domina y transforma a sus creyentes, exigiendo que los hombres dediquen la vida a buscar el conocimiento de la voluntad del Padre en el cielo y que las energías del vivir se consagren al servicio altruista de la hermandad del hombre.Los hombres y mujeres egoístas francamente no quieren pagar este precio, ni siquiera para conseguir el tesoro espiritual más grande que se haya ofrecido jamás al hombre mortal.
Sólo cuando el hombre se haya desilusionado suficientemente de las congojas y desencantos que acompañan a la búsqueda necia y engañosa del egoísmo, y haya posteriormente descubierto la esterilidad de la religión formalizada, estará dispuesto a volverse de todo corazón hacia el evangelio del reino, la religión de Jesús el Nazareno.
Tomado del Libro de Urantia
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