Sabemos que eres el conductor,el que todo lo sabe, el que está muy seguro de sí, el que prefiere hacerlo todo por su cuenta, el que prefiere conducir… a ser conducido. Eres un líder nato: ésa es tu principal valía. Por tanto, ¿qué haría una persona muy segura de sí? Lo obvio: decirle a los demás lo que tienen que hacer, porque él posee en su Ser la seguridad de conocer aquello que es más conveniente para los demás. Dicho de otra manera, mi querido líder, eres alguien que tiene el innato potencial de saber dirigir a otros hacia un punto seguro. Entonces, ¿qué se espera de ti? ¡Que dirijas! Ah, he aquí tu angustia… Te sientes incómodo contigo mismo, porque piensas que ejercer tu liderazgo en una actividad mundana - material o comercial - no tiene nada que ver con lo espiritual.
Sin embargo, te vamos a demostrar que eso sí tiene que ver con la espiritualidad. De hecho, la actividad mundana que tú ejerces, aquella que te da sustento día a día, en realidad representa una verdadera aula de clases para otras personas que conviven contigo o acuden a ti durante tu cotidiano ejercicio de liderazgo… puesto que durante dicho ejercicio - sin percibirlo - tú enseñas a otros a obtener o recuperar la propia seguridad y autoestima, a sentirse seguros de sí, a determinar cuando es el momento adecuado para dar un primer paso y tomar las riendas de la vida, ¿estás entendiendo? Tu potencial transformador tiene que ver con tu esencia humana. Si pudieras percibir que tu esencia humana puede ser ejercida de manera espiritual… ella podría llegar a convertirse en un verdadero ente transmutador “magnético” para otras personas, que sentirán ese impacto magnético y se preguntarán: “¿por qué yo no puedo sentirme tan seguro como él? ¿Por qué necesito que me indique qué debo hacer?”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario