El individuo que conoce a Dios no es el que
está cegado a las dificultades ni es inconsciente de los obstáculos que se
presentan en el camino para encontrar a Dios en el laberinto de la
superstición, la tradición y las tendencias materialistas de los tiempos
modernos.
El individuo que conoce a Dios se ha
enfrentado con todos estos obstáculos y ha triunfado sobre ellos, los ha
superado mediante la fe viva, y ha alcanzado las alturas de la experiencia
espiritual a pesar de ellos. Pero es verdad que muchos que interiormente están
seguros de Dios temen declarar estos sentimientos de certeza debido a la
multiplicidad y astucia de aquellos que acumulan objeciones y magnifican las
dificultades sobre la creencia en Dios. No se requiere gran profundidad de
intelecto para señalar faltas, hacer preguntas, o poner objeciones. Pero sí se
requiere una mente brillante para responder a esas preguntas y solucionar esas
dificultades; la certeza de la fe es la técnica mejor para tratar con todas
estas opiniones superficiales.
Si la ciencia, la filosofía o la sociología
atreven a volverse dogmáticas en sus discusiones con los profetas de la
verdadera religión, los hombres conocedores de Dios deben contestar a tal
dogmatismo no justificado con ese dogmatismo sagaz de la certeza de la
experiencia espiritual personal: «Sé lo que he experimentado porque yo soy hijo
del YO SOY». Si la experiencia personal de una persona de fe ha de ser
desafiada por el dogma, entonces este hijo nacido en la fe del Padre experienciable
puede responder con ese dogma imposible de desafiar, la declaración de su
verdadera filiación con el Padre Universal.
Sólo una realidad incualificada, un absoluto,
puede atreverse a ser dogmática consecuentemente. Aquellos que se atreven a ser
dogmáticos deben, si son consistentes, tarde o temprano ser manejados hacia los
brazos del Absoluto de la energía, el Universal de la verdad, y el Infinito del
amor.
Si los enfoques no religiosos de la realidad
cósmica se atreven a desafiar la certidumbre de la fe sobre la base de su
estado no comprobado, entonces el que experimenta la verdad espiritual de la
misma manera puede recurrir al desafío dogmático de los hechos de la ciencia y
de las creencias de la filosofía sobre la base de que éstos, de igual manera,
no han sido comprobados; son del mismo modo experiencias de la conciencia del
científico o del filósofo.
De Dios, la más ineludible de todas las
presencias, el más real de todos los hechos, la más viva de todas las verdades,
la más amante de todas las amistades y el más divino de todos los valores,
tenemos el derecho de estar más seguros que de cualquier otra experiencia
universal.
Tomado del Libro de Urantia
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