lunes, 2 de octubre de 2017

El Individuo que conoce a Dios.

El individuo que conoce a Dios no es el que está cegado a las dificultades ni es inconsciente de los obstáculos que se presentan en el camino para encontrar a Dios en el laberinto de la superstición, la tradición y las tendencias materialistas de los tiempos modernos.
El individuo que conoce a Dios se ha enfrentado con todos estos obstáculos y ha triunfado sobre ellos, los ha superado mediante la fe viva, y ha alcanzado las alturas de la experiencia espiritual a pesar de ellos. Pero es verdad que muchos que interiormente están seguros de Dios temen declarar estos sentimientos de certeza debido a la multiplicidad y astucia de aquellos que acumulan objeciones y magnifican las dificultades sobre la creencia en Dios. No se requiere gran profundidad de intelecto para señalar faltas, hacer preguntas, o poner objeciones. Pero sí se requiere una mente brillante para responder a esas preguntas y solucionar esas dificultades; la certeza de la fe es la técnica mejor para tratar con todas estas opiniones superficiales.
 Si la ciencia, la filosofía o la sociología atreven a volverse dogmáticas en sus discusiones con los profetas de la verdadera religión, los hombres conocedores de Dios deben contestar a tal dogmatismo no justificado con ese dogmatismo sagaz de la certeza de la experiencia espiritual personal: «Sé lo que he experimentado porque yo soy hijo del YO SOY». Si la experiencia personal de una persona de fe ha de ser desafiada por el dogma, entonces este hijo nacido en la fe del Padre experienciable puede responder con ese dogma imposible de desafiar, la declaración de su verdadera filiación con el Padre Universal.
 Sólo una realidad incualificada, un absoluto, puede atreverse a ser dogmática consecuentemente. Aquellos que se atreven a ser dogmáticos deben, si son consistentes, tarde o temprano ser manejados hacia los brazos del Absoluto de la energía, el Universal de la verdad, y el Infinito del amor.
 Si los enfoques no religiosos de la realidad cósmica se atreven a desafiar la certidumbre de la fe sobre la base de su estado no comprobado, entonces el que experimenta la verdad espiritual de la misma manera puede recurrir al desafío dogmático de los hechos de la ciencia y de las creencias de la filosofía sobre la base de que éstos, de igual manera, no han sido comprobados; son del mismo modo experiencias de la conciencia del científico o del filósofo.
 De Dios, la más ineludible de todas las presencias, el más real de todos los hechos, la más viva de todas las verdades, la más amante de todas las amistades y el más divino de todos los valores, tenemos el derecho de estar más seguros que de cualquier otra experiencia universal.
Tomado del Libro de Urantia

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