El tiempo y el espacio
están indisolublemente vinculados; existe una asociación innata entre ellos.
Las demoras del tiempo son inevitables en presencia de ciertas condiciones del
espacio.
Si la prolongada tardanza
en efectuar los cambios evolucionarios del desarrollo de la vida nos ocasiona
perplejidad,debemos señalar que se puede cronometrar el proceso vital para
desarrollar a paso más acelerado que lo que permiten las metamorfosis físicas
de cada planeta. Hay que aguardar el desarrollo físico y natural de un planeta;
no se dispone de control alguno sobre la evolución geológica. De permitirlo las
condiciones físicas,se podría disponer la evolución completa de la vida en
mucho menos de un millón de años. Pero todos estamos bajo la jurisdicción de
los Gobernantes Supremos del Paraíso, y el tiempo no existe en el Paraíso.
El criterio del individuo
para medir el tiempo es la duración de su vida. Todas las criaturas, así, están
condicionadas por el tiempo y, por ende, consideran que la evolución es un
proceso dilatado. Para nosotros, como la duración de la vida no está limitada
por la existencia temporal, la evolución no parece ser un suceso tan excesivamente
prolongado. En el Paraíso, donde el tiempo no existe, todas estas cosas están
presentes en la mente de la Infinidad y en los actos de la Eternidad.Tal como
la evolución de la mente depende y se demora por el desarrollo lento de las
condiciones físicas, asímismo, el progreso espiritual depende de la expansión
mental, y el retraso mental lo retarda indefectiblemente. Pero, lo anterior no
supone que la evolución espiritual dependa de la enseñanza, la cultura, y la
sabiduría.
El alma puede evolucionar a pesar de la cultura mental, pero no sin
la capacidad mental y el deseo —la elección de la supervivencia y la decisión
de lograr la perfección en creciente escala—de hacer la voluntad del Padre
celestial. Aunque no dependa la supervivencia de la adquisición del
conocimiento y la sabiduría, el progreso, en efecto, depende de ellas.En los
laboratorios evolucionarios cósmicos, la mente siempre domina la materia, y el
espíritu siempre está correlacionado con la mente.
Si estas diversas dotaciones
no logran sincronizarse y coordinarse, puede ocasionar retrasos en el tiempo;
pero, si un determinado individuo en verdad conoce a Dios y desea encontrarle y
llegar a ser como él, la supervivencia está garantizada a pesar de los
obstáculos del tiempo. La condición física puede entorpecer la mente, y la
perversidad mental puede retrasar la obtención espiritual; sin embargo, ninguno
de estos obstáculos puede vencer la elección hecha con toda la voluntad del
alma. Cuando las condiciones físicas son idóneas, pueden producirse evoluciones
mentales repentinas, cuando la condición de la mente es propicia, pueden
ocurrir transformaciones espirituales repentinas; cuando los valores
espirituales reciben el reconocimiento debido, entonces los significados
cósmicos se tornan discernibles, y la personalidad, en creciente escala, se
libera de los obstáculos del tiempo y se redime de las limitaciones del
espacio.
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