Hubo una serie de
maestros que caminaron por este planeta que fueron muy conocidos por ustedes en
muchas religiones. Quiero decirles qué tenían en común: ¡Eran cuánticos! Cuando
los miraban a la cara, ¿veían cómo brillaban? ¿Pueden ir allí conmigo? ¿Pueden
estar con su maestro favorito por un momento? ¿Pueden pararse junto a él o ella
por un momento? Y si pueden, ¿cuál es la energía allí? Es la paz, ¿no? ¿A ellos
los preocupa su hipoteca? ¿Les preocupa cómo pagarán las cuentas? ¿Qué tipo de
drama tienen ellos en sus vidas? Tal vez tengan muchos, ¡pero ustedes nunca los
ven! Por la razón que sea, ellos no lo saben, y a ustedes les atrae esa paz,
¿no es así? Sólo quieren estar junto a ellos. Podrían incluso decirse a sí
mismos, “OH, si tan sólo pudiera ser así. Me encantaría.” Bueno, tú puedes,
querido, y eso se llama capturar la esencia del niño interior.
No es inocencia;
no es ignorancia; es total y plena sabiduría cuántica. Es la capacidad de tomar
esas cosas por las que se preocupan en la linealidad y suspenderlas en un lugar
donde no les afecten. ¿Qué le sucede a una conciencia que no es afectada por el
miedo? Les diré. ¡Se remonta! ¿Esperaban eso? El trabajo del niño interior es
trabajo cuántico. Todas estas cosas que hemos estado enseñando en estos últimos
meses le están pidiendo al Ser Humano que se vuelva cuántico.
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