«Pero el error más grande de las enseñanzas
que se refieren a las Escrituras, consiste en la doctrina de que éstas son
libros sellados de misterio y de sabiduría que tan sólo se atreven a
interpretar las mentes sabias de la nación. Las revelaciones de la verdad
divina no están selladas sino por la ignorancia humana, el fanatismo y la
intolerancia de miras estrechas. Sólo el prejuicio y la superstición empañan la
luz de las Escrituras. Un falso temor de lo sagrado ha impedido que la religión
fuera salvaguardada por el sentido común.
El temor de la autoridad de los
escritos sagrados del pasado impide eficazmente que las almas honestas de hoy
acepten la nueva luz del evangelio, la misma luz que aquellos hombres de otra
generación conocedores de Dios tan intensamente anhelaban ver.Pero lo más
triste de todo esto es, que algunos de los que enseñan la santidad de este
tradicionalismo, conocen esta misma verdad. Ellos comprenden más o menos
plenamente estas limitaciones de las Escrituras, pero sufren de cobardía moral
y deshonestidad intelectual.
Conocen la verdad relativa a los sagrados
escritos, pero prefieren ocultar del pueblo estos hechos perturbadores. Así
pues, pervierten y distorsionan las Escrituras, tornándolas guías de detalles esclavizantes
de la vida diaria y autoridad en cosas no espirituales, en vez de apelar a las
escrituras sagradas como minas de sabiduría moral, inspiración religiosa y
enseñanzas espirituales de los hombres conocedores de Dios de otras
generaciones».
Jesús de Nazareth
TOMADO DEL LIBRO DE URANTIA
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