El
terreno esencial para el crecimiento religioso (espiritual)presupone una vida
progresiva de autorrealización, la coordinación de las propensidades naturales,
el ejercicio de la curiosidad y el goce en las aventuras razonables, la
experimentación de sentimientos de satisfacción, el funcionamiento del estímulo
del temor para la atención y la presencia de ánimo, el aliciente de la
curiosidad, y una conciencia normal dela propia pequeñez, la humildad. El
crecimiento también está predicado en el descubrimiento del yo acompañado por
la autocrítica —la conciencia, porque la conciencia es en realidad la crítica
del yo mediante sus propios hábitos de valor, ideales personales.La experiencia
religiosa está marcadamente influida por la salud física, el temperamento
heredado y el medio ambiente social. Pero estas condiciones temporales no
inhiben el progreso espiritual interior de un alma dedicada a hacer la voluntad
del Padre en los cielos. En todos los mortales normales hay ciertos impulsos
innatos hacia el crecimiento y la autorrealización que funcionan si no se les
inhibe específicamente.
La técnica segura de fomentar esta dote constitutiva
del potencial del crecimiento espiritual consiste en mantener una actitud de
devoción sincera a los valores supremos.La religión no se puede regalar,
recibir, prestar, aprender ni perder. Es una experiencia personal que crece
proporcionalmente a la búsqueda creciente de los valores finales. El
crecimiento cósmico, por lo tanto, consiste en la acumulación de los
significados y la elevación, cada vez más amplia, de los valores. Pero la
nobleza misma es siempre un crecimiento inconsciente.
Tomado del Libro de Urantia
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