Los hábitos religiosos de pensamiento y
actuación contribuyen a la economía del crecimiento espiritual. Se pueden
desarrollar predisposiciones religiosas para reaccionar favorablemente a los
estímulos espirituales, un tipo de reflejo condicionado espiritual. Los hábitos
que favorecen el crecimiento religioso comprenden la sensibilidad cultivada
hacia los valores divinos, el reconocimiento de la vida religiosa en otros, la
meditación reflexionante sobre los significados cósmicos, la solución adoradora
de problemas, el compartir la vida espiritual con los semejantes, el evitar el para el crecimiento espiritual, negarse a presumir la misericordia divina, viviendo como en la
presencia de Dios.
Los factores del crecimiento religioso, pueden ser
intencionales, pero el crecimiento mismo es invariablemente inconsciente.La
naturaleza inconsciente del crecimiento religioso no significa que éste sea una
actividad que funciona en los dominios supuestamente subconscientes en el
intelecto humano; más bien significa las actividades creadoras en los niveles
superconscientes en la mente mortal. La experiencia de la realización de la
realidad del crecimiento religioso inconsciente es una prueba positiva de la
existencia funcional de la superconciencia.El desarrollo espiritual depende, en
primer lugar, del mantenimiento de una conexión viva espiritual con las
verdaderas fuerzas espirituales, y en segundo término, de la producción
continua del fruto espiritual: el prodigar a los semejantes lo que se ha
recibido de los benefactores espirituales. El progreso espiritual está
predicado en el reconocimiento intelectual de la pobreza espiritual combinado
con la autoconciencia del hambre de perfección, el deseo de conocer a Dios y de
ser como él, el propósito sincero de hacer la voluntad del Padre en los
cielos.
El crecimiento espiritual es en primer lugar, el despertar a las
necesidades, luego el discernimiento de los significados y finalmente el
descubrimiento de los valores. La prueba de verdadero desarrollo espiritual
consiste en la exhibición de una personalidad humana motivada por el amor,
activada por el ministerio altruista y dominada por la adoración sincera de los
ideales de perfección de la divinidad. Y toda esta experiencia constituye la
realidad de la religión, en contraste con las meras creencias teológicas.La
religión puede progresar a ese nivel de experiencia en el que se vuelva una
técnica esclarecida y sabia de reacción espiritual al universo. Tal religión
glorificada puede funcionar en tres niveles de la personalidad humana: el
intelectual, el morontial y el espiritual; sobre la mente, en el alma en evolución
y con el espíritu residente,la presencia de Dios en cada uno de nosotros.
Tomado del Libro de Urantia
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