Las tribus amarillas primitivas fueron las primeras en abandonar la caza, establecer comunidades asentadas y desarrollar una vida hogareña basada en la agricultura. Intelectualmente eran un tanto inferiores al hombre rojo, pero social y colectivamente resultaron superiores a todos los pueblos sangik en cuanto a fomentar la civilización racial. Como desarrollaron un espíritu fraternal, las distintas tribus aprendieron a convivir en paz relativa. Así pudieron expulsar a la raza roja con la cual se enfrentaron a medida que ésta iba expandiéndose en Asia.Se alejaron mucho de las influencias de la sede central espiritual del mundo y poco a poco fueron cayendo en gran oscuridad tras la apostasía de Caligastia; pero aconteció una edad brillante entre esta gente cuando Singlangtón, hace alrededor de cien mil años, asumió el mando de estas tribus y proclamó la adoración de la «Verdad Única».
La supervivencia de cantidades comparativamente mayores de la raza amarilla se debe a la paz que reinaba entre sus tribus. Desde los días de Singlangtón hasta los tiempos de la China moderna, la raza amarilla viene figurando entre las naciones más pacíficas de nuestro mundo. Esta raza recibió un legado pequeño pero potente de la posterior descendencia adánica.
Tomado del Libro de Urantia
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