Los hombres azules fueron un gran pueblo. No tardaron en inventar la lanza y posteriormente sentaron los fundamentos de muchas de las artes de la civilización moderna. El hombre azul tenía la capacidad cerebral del hombre rojo, combinada con el alma y sentimientos del hombre amarillo. Los descendientes adánicos los preferían entre todas las razas de color que perduraron.Los primeros hombres azules fueron sensibles a las persuasiones de los maestros del séquito del Príncipe Caligastia, y fueron confundidos sobremanera por las subsiguientes enseñanzas depravadas de los caudillos traidores. Como otras razas primitivas, no se repusieron nunca completamente del disturbio ocasionado por la traición de Caligastia, así como tampoco pudieron sobreponerse del todo a su tendencia a pelear entre sí.
Aproximadamente quinientos años después de la caída de Caligastia se produjo un vasto renacimiento del conocimiento y la religión de índole un tanto primitiva —pero no obstante, auténtico y beneficioso. Orlandof llegó a ser un gran maestro entre la raza azul y guió a muchas de las tribus para que volvieran a adorar al verdadero Dios bajo el nombre de «Jefe Supremo». Éste fue el adelanto más grande del hombre azul hasta esas épocas posteriores en que esta raza tanto mejoró mediante el cruce con la cepa adánica.Las investigaciones y exploraciones europeas de la vieja edad de la piedra suponen, en gran parte a la exhumación de herramientas, huesos y artesanías de estos hombres azules antiguos, pues perduraron en Europa hasta los tiempos recientes. Las llamadas razas blancas son los descendientes de estos hombres azules, modificados primero por un leve cruzamiento con la raza amarilla y la roja, y más adelante, considerablemente mejoradas al asimilar la mayor parte de la raza violeta o raza adánica. Tomado del L.U.
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