Entre los
mortales el suicidio atestigua que esos seres han emergido de la etapa
puramente animal de la existencia, y que sus esfuerzos de exploración han
fracasado en el logro de niveles artísticos de la experiencia mortal. Los
animales no conocen el significado de la vida; el hombre no sólo posee la
capacidad para reconocer los valores y la comprensión de los significados, sino
que también tiene conciencia del significado de los significados —es
autoconsciente de su discernimiento.
Cuando los hombres se atreven a abandonar
una vida de anhelos naturales en favor de una vida de arte aventurera y lógica
incierta, deben estar preparados a soportar los inevitables riesgos de heridas
emocionales —conflictos, infelicidad e incertidumbres— por lo menos hasta el
momento en que alcancen cierto grado de madurez intelectual y emocional. El
desaliento, la preocupación y la indolencia e intolerancia son prueba positiva
de la inmadurez moral. La sociedad humana se enfrenta con dos problemas: cómo
alcanzar la madurez del individuo y cómo alcanzar la madurez de la raza. El ser
humano maduro pronto comienza a ver a todos los demás mortales con sentimientos
de ternura y con emociones de tolerancia. Los hombres maduros tratan a los
seres inmaduros con el amor y la compasión que un padre tiene hacia sus hijos.
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