La vida religiosa es una vida dedicada, y la vida dedicada es una vida creadora, original y espontánea. De los conflictos que inician la selección de hábitos de reacción nuevos y mejores en lugar de los esquemas más viejos e inferiores de reacción, surgen nuevas visiones religiosas. Los nuevos significados tan sólo surgen de los conflictos; y los conflictos persisten tan sólo mientras perdura la actitud de negarse a adoptar los valores más elevados connotados en los significados superiores.
Las perplejidades religiosas son inevitables; no puede haber crecimiento ninguno sin conflicto psíquico y agitación espiritual. La organización de una norma filosófica de vida supone una conmoción considerable en los dominios filosóficos de la mente. No se ejercitan lealtades a favor de lo grande, lo bueno, lo verdadero y lo noble,en ausencia de la lucha. El esfuerzo se dirige a aclarar la visión espiritual y a aumentar la compenetración cósmica. Y el intelecto humano protesta cuando se le quitan energías no espirituales de existencia temporal. La mente indolente animal se rebela ante el esfuerzo necesario para luchar con la solución de problemas a nivel cósmico.Pero el gran problema de la vida espiritual consiste en la tarea de unificar los poderes del alma de la personalidad mediante el dominio del amor.
La salud, la eficacia mental y la felicidad surgen de la unificación de los sistemas físicos, de los sistemas espirituales. El mortal mucho entiende de salud y de cordura, pero de la felicidad realmente ha comprendido muy poco. La felicidad más elevada está indisolublemente vinculada con el progreso espiritual. El crecimiento espiritual produce un deleite duradero, una paz que trasciende toda comprensión.
Tomado del Libro de Urantia
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