sábado, 30 de noviembre de 2013
La resurrección del Maestro
A las 2:45 del domingo por la madrugada, la comisión de encarnación del Paraíso, formada de siete personalidades del Paraíso no identificadas, llegó al sitio, desplegándose alrededor del sepulcro. A las tres menos diez, comenzaron a emanar del sepulcro intensas vibraciones de actividades materiales y morontiales combinadas, y dos minutos después de las tres este domingo por la mañana, 9 de abril del año 30 d. de J.C., la forma y personalidad morontial resucitada de Jesús de Nazaret salió del sepulcro.Cuando Jesús resucitado emergió de su tumba, el cuerpo de carne en el que había vivido y trabajado en la tierra por casi treinta y seis años aún yacía allí en el nicho del sepulcro, tal cual y envuelto en el sudario de lino, tal como lo dispusieran para su reposo. La piedra de la entrada del sepulcro tampoco fue movida para nada; el sello de Pilato permanecía intacto; los soldados aún estaban de centinela. Los guardianes del templo habían permanecido continuamente de guardia; la guardia romana fue reemplazada a la medianoche. Ninguno de estos seres vigilantes sospechó que el objeto de su vigilancia se había levantado,en una nueva y más alta forma de existencia, y que el cuerpo que ellos estaban vigilando ya no era sino un indumento exterior desechado, ya sin conexión alguna con la personalidad morontial entregada y resucitada de Jesús.Su cuerpo material o físico no fue parte de la personalidad resurgida. Cuando Jesús salió de la tumba, sus restos carnales permanecieron sin cambios en el sepulcro. El emergió del sepulcro, sin desplazar las piedras que cerraban la entrada y sin romper los sellos de Pilato.No salió de la tumba como espíritu ni como Micael de Nebadon.Salió de esta tumba en la misma semejanza de las personalidades morontiales de los que, como seres ascendentes morontiales resucitados, emergen de las salas de resurrección del primer mundo de estancia de este sistema local de Satania. El L.U.
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