Hay mucha
sabiduría que compartir entre estas tierras. Antes de que los ibéricos llegaran
allá, hubo allí grandes problemas con el agua, un cambio climático esquilmó las
culturas que existían, hizo caer el esplendor de unos seres sabios y de alta
cultura que en su altura perdieron el contacto con la tierra y sus necesidades,
dejaron de cuidarla y no fueron capaces de reaccionar ante la ausencia de
lluvias y la conversión de lo que eran junglas en territorios desérticos. Así
es que fueron abandonadas numerosas ciudades y centros de poder y lo que eran
culturas organizadas y establecidas, volvieron al ámbito de lo tribal, a la
supervivencia. Así es que ahora , en vuestra evolución, vivís una época de gran
avance tecnológico y de comodidad en vuestra vida pero al mismo tiempo de
olvido respecto a lo que son las necesidades de la tierra y los cuidados que
ella necesita y así es que paralelamente vivís una ausencia del regalo de la
tierra, de su agua. Y casi inconscientemente os acercáis a un momento en que
vuestro orgullo os puede enfrentar entre vosotros mismos por el control de este
precioso bien que permite la vida.
Pero no en vano estáis rodeados de agua, y
esta agua que os rodea puede hacer de vuestra necesidad una evolución si
aprendéis del agua, si aprendéis a utilizarla. Podéis extraer energía de
vuestros océanos, podéis potabilizar el agua de vuestros océanos y utilizarla
de múltiples maneras; tenéis de hecho la tecnología, pero necesitáis la
voluntad de hacer esta tecnología al cuidado de la tierra y dejar de utilizar
sin sentido el agua que corre por su superficie. Así el utilizar esta agua de
los océanos supone la humildad que en otros momentos ha faltado en la
humanidad. Está en vuestras manos el hacerlo. Tú quizás puedas decir que eso no
tiene nada que ver contigo, qué puedes hacer tú por ello. Yo te digo que eres
faro de luz, una vela que contagia su luz a otras velas y que si ahora pones
esto en tu mente y pones esto en tu conocimiento, en tu sabiduría, esto se
contagia inmediatamente a aquellos que te rodean y así sucesivamente. Un solo
ser iluminado hace mayor su voz que una cadena de televisión. Debes confiar en
el poder de tu mente, confiar en el poder de tu mente.
“La mente material es la arena en la cual viven las personalidades humanas, tienen autoconciencia, toman decisiones, eligen a Dios o lo abandonan, se eternizan o se destruyen a sí mismos”. “Sujeta a tu libre albedrío, se te ha dado la mente, y es por la mente por la que vives o mueres. Es dentro de la mente y con la mente que tomas esas decisiones morales que te permiten alcanzar semejanza con el espíritu de Dios que mora en tu mente, que es semejanza con Dios." “La mente es el instrumento cósmico sobre el cual la voluntad humana puede tocar la discordia de la destrucción, o sobre el cual esta misma voluntad puede extraer las melodías exquisitas de la identificación con Dios y la consiguiente supervivencia eterna.
ResponderEliminar“La mente es tu buque, el Espíritu de Dios que mora tu mente es tu piloto, la voluntad humana es el capitán. El dueño del barco mortal debería tener la sabiduría de confiar en el piloto divino para guiar a su alma ascendente a los puertos morontiales de la supervivencia eterna. Sólo mediante el egoísmo, la pereza y el pecado puede la voluntad del ser humano rechazar la guía de un piloto tan amante y finalmente naufragar su carrera mortal en los acantilados malignos de la misericordia rechazada y contra las rocas del pecado aceptado. Con tu consentimiento, este piloto fiel te conducirá con seguridad a través de las barreras del tiempo y de los obstáculos del espacio a la fuente misma de la mente divina y más allá, aun hasta Dios donador de fragmentos de su Espíritu para que moren en la mente de los seres humanos de cerebro sano.”
El Espíritu de Dios donado al hombre y que mora en la mente es, en último análisis, impermeable al mal e incapaz de pecar, pero la mente mortal puede efectivamente ser distorsionada, torcida y volverse malvada y fea por las maquinaciones pecaminosas de una voluntad humana perversa y autogratificante. Del mismo modo esta mente puede tornarse noble, bella, verdadera y buena —realmente grande— de acuerdo con la voluntad iluminada por el espíritu de un ser humano que conoce a Dios”.
Tomado de El libro de Urantia, cuyos autores se presentan como inteligencias celestiales.