viernes, 3 de junio de 2016

El Arte de Vivir

 Tan sólo hay dos maneras en las que los mortales pueden convivir: la manera material o animal y la manera espiritual o humana. Por medio de signos y sonidos, los animales pueden comunicarse entre ellos en una forma limitada. Pero estas formas de comunicación no transmiten significados, valores ni ideas. La única diferencia entre el hombre y el animal es de que el hombre puede comunicarse con sus semejantes mediante símbolos que por supuesto designan e identifican significados, valores, ideas y aun ideales.Puesto que los animales no pueden comunicarse ideas, no pueden desarrollar una personalidad. El hombre desarrolla la personalidad, porque puede comunicarse de esta manera con sus semejantes tanto sobre ideas como sobre ideales.Es esta habilidad de comunicar y compartir significados lo que constituye la cultura humana y permite al hombre, a través de las asociaciones sociales, erigir civilizaciones. El conocimiento y la sabiduría se tornan cumulativos debido a la habilidad del hombre de comunicar estas posesiones a las generaciones sucesivas. De esta manera surgen las actividades culturales de la raza: el arte, la ciencia, la religión y la filosofía.La comunicación simbólica entre los seres humanos predetermina la aparición de los grupos sociales. El más eficaz de todos los grupos sociales es la familia, más específicamente el padre y la madre. El afecto personal es el lazo espiritual que mantiene la unidad de estas asociaciones materiales. Estas asociaciones de amistad y afecto mutuo son socializantes y ennoblecedoras porque fomentan y facilitan los siguientes factores esenciales de los niveles más elevados del arte del vivir.


 La autoexpresión y la autocomprensión mutuas.

No es bueno para el mortal estar solo.

Muchos nobles impulsos humanos perecen porque no hay nadie que escuche su expresión. De veras, no es bueno para el hombre estar solo. Cierto grado de aprobación y cierta cantidad de apreciación son esenciales para el desarrollo del carácter humano. Sin el amor genuino del hogar, ningún niño puede lograr el desarrollo pleno de un carácter normal. El carácter es algo más que mente y sentimiento moral. De todas las relaciones sociales calculadas para desarrollar el carácter, la más eficaz e ideal es la amistad afectuosa y comprensiva del hombre y la mujer en el abrazo mutuo del matrimonio inteligente. El matrimonio, con sus múltiples relaciones, es el mejor medio para traer a la superficie esos preciosos impulsos y esos motivos más elevados que son indispensables para el desarrollo de un carácter fuerte. No vacilo en glorificar así la vida familiar porque vuestro Maestro eligió sabiamente la relación padre-hijo como la piedra angular misma de su nuevo evangelio del reino. Y tal incomparable comunidad de relación, el hombre y la mujer en el abrazo afectuoso que expresa los más altos ideales del tiempo, es una experiencia tan valiosa y satisfactoria que para obtenerla vale la pena cualquier precio, cualquier sacrificio.

El Libro de Urantia

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