El esfuerzo hacia la madurez
necesita trabajo, y el trabajo requiere energía. ¿De dónde vendrá el poder para
realizar todo esto? Se puede ver las cosas físicas como algo evidente, pero el
Maestro bien ha dicho: «No sólo de pan vive el hombre». Una vez que poseamos un
cuerpo normal y una salud razonablemente buena, debemos buscar esas atracciones
que actúen como estímulos para despertar las durmientes fuerzas espirituales
del hombre.
Jesús nos ha enseñado que Dios vive en el hombre; ¿cómo podemos
pues inducir al hombre a liberar esos poderes de divinidad e infinidad de
dentro del alma? ¿Cómo inducir a los hombres a liberar a Dios para que él pueda
salir adelante y refrescar nuestra alma al pasar hacia afuera y luego
esclarecer, elevar y bendecir innumerables otras almas? ¿Cómo puedo yo de la
mejor manera despertar estos poderes latentes del bien que yacen durmientes en
vuestra alma? De una cosa estoy seguro: la excitación emocional no es el
estímulo espiritual ideal.
La excitación no aumenta la energía; más bien agota
los poderes tanto de la mente como del cuerpo. ¿De dónde viene pues la energía
para hacer estas grandes cosas? Contemplad a vuestro Maestro. Aun ahora él está
allí en las colinas llenándose de fuerza mientras nosotros estamos aquí
gastando energía. El secreto de todo este problema se encuentra encubierto en
la comunión espiritual, en la adoración. Desde un punto de vista humano es una
cuestión de meditación y reposo combinados. La meditación pone en contacto la
mente con el espíritu. El reposo determina la capacidad para la receptividad
espiritual. Este intercambio de fuerza en vez de debilidad, valor en vez de
temor, voluntad de Dios en vez de mente humana, constituye la adoración. Por lo
menos, así es como lo ve el filósofo.
El Libro de Urantia
No hay comentarios:
Publicar un comentario