jueves, 27 de marzo de 2014

La Espiritualidad:indicador de cercanía con Dios

  La espiritualidad se vuelve el indicador de la propia cercanía a Dios y la medida de nuestra propia utilidad para con los semejantes. La espiritualidad eleva la habilidad de descubrir la belleza en las cosas, de reconocer la verdad en los significados y la bondad en los valores. El desarrollo espiritual está determinado por la capacidad para eso y es directamente proporcional a la eliminación de las características egoístas del amor.El verdadero estado espiritual es la medida en que se aproxima uno a la Deidad, la sintonización con el Ajustador Divino Residente. El logro de la finalidad de la espiritualidad es equivalente al logro del máximo de la realidad, el máximo de la semejanza con Dios. La vida eterna es la búsqueda interminable de los valores infinitos.El objetivo de la autorrealización humana debe ser espiritual, no material. Las únicas realidades por las que vale luchar son divinas, espirituales y eternas. El hombre mortal tiene derecho a gozar de los placeres físicos y a satisfacer los afectos humanos; se beneficia por la lealtad a las asociaciones humanas y a las instituciones temporales; pero éstos no constituyen los cimientos eternos sobre los que se construye la personalidad inmortal que debe trascender el espacio, conquistar el tiempo y alcanzar el destino eterno de la perfección divina y el servicio finalista.Jesús ilustró la profunda seguridad del mortal conocedor de Dios cuando dijo: «Para un creyente del reino quien conoce a Dios, ¿que importa si todas las cosas terrenales se arruinan?» Las seguridades temporales son vulnerables, pero las certezas espirituales son impregnables. Cuando las mareas de la adversidad humana, el egoísmo, la crueldad, el odio, la maldad y los celos golpean el alma mortal, podemos reposar en la seguridad de que existe un bastión interior, la citadela del espíritu Divino, que es absolutamente inatacable; por lo menos es verdad de cada ser humano que ha encomendado el mantenimiento de su alma al espíritu residente del Dios eterno.                
Tomado del Libro de Urantia

No hay comentarios:

Publicar un comentario