En la civilización mucho, pero mucho, depende de un espíritu de empresa entusiasta y eficaz. Diez hombres valen muy poco más que uno solo para levantar una gran carga a menos que la levanten todos juntos —todos al mismo tiempo. Este trabajo de equipo —cooperación social— depende del liderazgo. Las civilizaciones culturales del pasado y del presente se han basado en la cooperación inteligente de la ciudadanía con líderes sabios y progresivos; y hasta que el hombre se desarrolle a niveles más altos, la civilización continuará dependiendo de un liderazgo sabio y vigoroso.Las civilizaciones elevadas nacen de la sagaz correlación de la riqueza material, la grandeza intelectual, el valor moral, la astucia social y la compenetración cósmica.
Una de las grandes dificultades para el progreso de la sociedad humana es el conflicto entre los intereses y el bienestar de los grupos humanos más grandes y más socializados y de las asociaciones humanas más pequeñas, de opinión contraria y asociales, por no mencionar a los individuos aislados de mente antisocial.Ninguna civilización nacional perdura a menos que sus métodos educacionales e ideales religiosos inspiren un alto tipo de patriotismo inteligente y devoción nacional. Sin este tipo de patriotismo inteligente y solidaridad cultural, todas las naciones tienden a desintegrarse como resultado de celos provinciales y autointereses locales.El mantenimiento de una civilización mundial depende de que los seres humanos aprendan cómo vivir juntos en paz y fraternidad. Sin una coordinación eficaz, la civilización industrial se ve puesta en peligro por la ultraespecialización y sus amenazas: la monotonía, la limitación y la tendencia a engendrar desconfianza y celos.
Tomado del Libro de Urantia
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